
En los días de verano en Japón muchos establecimientos cuelgan en su puerta un kanji en la que aparece escrito en rojo la palabra ‘hielo’, kōri en japonés. Con esa señal denominada kōribata se indica que allí se puede probar el kakigōri, el helado de hielo raspado que se adereza con diferentes tipos de sirope y jarabe de diferentes sabores.
El kakigōri tiene de similar con el ‘raspado’ que venden los heladeros de las calles de la Ciudad Bonita que utiliza unas máquinas que cepillan el hielo. Pero mientras los vendedores ambulantes tiran de esa máquina a lo que el brazo les dé, la preparación del kakigōri debe cuidar que el hielo no pierda ciertas características para que su cremosa textura llegue al paladar.
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“Es la mezcla del hielo y la salsa, y a diferencia del raspado, no contiene anilinas ni otros preservantes que no son tan amigables para el ser humano, se prepara de la manera más natural posible”, señala Alejandra Bohórquez, fundadora de Kōri Café Japonés. Por los días de demasiado calor en Japón (justo por la época desde julio y meses siguientes, el calor se concentra con la humedad, lo cual eleva la temperatura), la demanda por el postre aumenta.

Y se pueden encontrar de todos los sabores. En Kōri Café Japonés puede encontrar por ahora sabores frutales como el de fresa, mango y mora en leche siendo el primero el favorito de todos, alrededor de 9 de cada 10 kakigori que se venden son de fresa. Pero no serán los únicos, cada mes se ofrecerá un nuevo sabor, como sucede en Japón, con kakigori de múltiples colores.
Diferentes sabores
En Japón se consiguen helados como tantas frutas existen. Hay de mango, melón, limón, Blue Hawai, todos son populares pero también se consiguen en combinaciones de siropes o jarabes de sabores como el fresas con leche, el de matcha (preparado con el té de su nombre) mezclado con leche.
Recientemente, algunos establecimientos se han lanzado incluso a crear su propio kakigōri condimentando el hielo con sirope o jarabe de sabores como el mango, la fruta de la pasión, el té negro o el café, o especias o licores. Se pueden crear también a base de arequipe, café o chocolate, hay para todos los paladares, incluso de los más exigentes.
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Esta es la ubicación de Kori Café Japonés, para que no se pierda la experiencia.
El origen de este granizado es casi ancestral y hoy en día sigue sorprendiendo a los que visitan un sitio de cultura japonesa, como Kōri Café Japonés. Cuenta la cultura popular que las golosinas heladas nacieron en el periodo de Heian (794-1185 de nuestra era). El verano japonés era bastante fuerte y para combatirlo, los nobles y ricos de la zona de Kyoto hacían bajar desde los montes situados a las afueras de la ciudad, enormes bloques de hielo que se almacenaban en rudimentarias neveras naturales llamadas himuro.
El hielo se transportaba con premura al palacio imperial donde quedan registros de la época que hablan de los helados hechos con hielo rayado sobre los que se mezclaba una salsa melosa hecha con azuki (judías dulces). Un verdadero lujo para la época.
Con la llegada de la revolución Meiji y los primeros atisbos de industrialización, aparecieron las primeras máquinas que podían conservar un poco más el hielo y despedazarlo sin tener que tocarlo. En esta era Meiji el postre se hizo más disponible gracias a que el comerciante Kahei Nakagawa empezó a venderlo a los habitantes de Tokio en forma de helados frescos que venían directamente de Hokkaido, lo que popularizó los kakigori.
De esta forma, los kakigori tradicionales se popularizaron a lo largo de todo Japón y comenzaron a presentarse en las calles, sobre todo gracias a la máquina diseñada por Hanzaburo Murakami a finales del siglo XIX y que hoy sigue siendo el estándar para fabricar en el momento este rico helado.
¿Cómo se prepara?
La forma tradicional de hacer kakigori es por medio de una máquina especial que funciona con una manivela y hace girar el hielo sobre una cuchilla que cepilla el hielo y cae sobre el recipiente donde lo vamos a consumir. La raspadora de Kōri Café Japonés viene de Osaka y sus cuchillas son especialmente diseñadas para darle al hielo la consistencia que simula la nieve de Japón, tal como la probaban hace cientos de años los nobles y señores feudales nipones.
Después de cepillar el hielo se le añade el sirope de fresa sobre el bol con el hielo en forma de montaña, le añadimos la leche condensada y podemos disfrutar de él. Sin ningún tipo de remordimiento porque la mayor parte de este postre es agua y de agua está hecho el 80% de nuestro cuerpo humano.
El kakigori será nuestro postre del mes de septiembre cuando estemos en la celebración de amor y amistad, donde lo puede degustar con la mejor compañía. Además, lo tendremos disponible si lo que quiere es acompañar la reunión de fin de año con los compañeros de trabajo, ya pensando para lo que vendrá en diciembre.
